Italia existe como estado desde 1861; antes de esta fecha, solo estuvo unificada como parte integrante del Imperio romano. Su influencia como capital del catolicismo ha sido poderosa, y las dinámicas ciudades-estado de Italia impulsaron la modernidad con el Renacimiento. La unidad de Italia se ganó con sangre: norte y sur se fundieron en un matrimonio mal avenido pero duradero. Incluso hoy, Italia se muestra como un conjunto de regiones dispares, un presente con profundas raíces en el pasado.
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